No sé por qué a la gente nos gusta tanto clasificarlo todo.
Elegimos una característica, analizamos si la persona objetivo la cumple, le ponemos una etiqueta y pasamos directamente a meterla en el cajón de las personas que son como ella.
El problema de las etiquetas no es que nos igualen a las otras personas que están en ese mismo cajón. El problema es que nos diferencian de las que están fuera, nos comparan y comienza la competición.
Estamos acostumbradas a competir.
Compitiendo que es gerundio
Fuimos entrenadas desde que éramos pequeñas personitas.
En mi caso, crecí en un entorno donde sólo valía ser la mejor.
Obviamente, como todo el mundo, sufrí la presión de cumplir ciertas expectativas y por supuesto, también sufrí el fracaso de no siempre llegar a ellas.
Era horrible porque para mí, también suponía un fracaso cuando conseguía el objetivo, porque me di cuenta que cuando yo “era la mejor” había mucha gente que NO lo era y que sufría con ello.
Y un día me pregunté:
¿por qué siempre hay que competir?
¿por qué hay que hacer sentir mal a las personas?
¿a mi quién me ha preguntado si quiero ser la mejor?
A partir de ese día, vivo mucho más feliz.
Cada cual tenemos nuestras capacidades y nuestra forma de ver y vivir la vida.
Es ridículo competir.
No hace falta ser la mejor y mucho menos cumplir las expectativas de otras personas que sólo quieren etiquetarnos, para clasificarnos y posteriormente, manejarnos.
La carrera de los blogs de viajes
En el mundo de los blogs de viajes, por supuesto, también ocurre esto de la competición.
Algunas y algunos blogueros categorizan a las personas según cómo viajan.
A partir de ahí comienza un juicio que determina quiénes pueden ser consideradas como:
Opción A: “verdaderas personas viajeras” (igualando y clasificando).
Opción B: “turistas” como algo negativo (comparando, excluyendo y dando el pistoletazo de salida a la competición).
Recuerdo que un día estaba leyendo el libro de una pareja viajera y tuve que parar.
Suelo acabar todos los libros que caen en mis manos pero este quedó por ahí tirado.
No había llegado ni a la primera cuarta parte del libro cuando me di cuenta de que me estaba empezando a sentir mal.
Lo que leía me provocaba un tremendo malestar.
Cada vez que tenían ocasión, recordaban que la única forma de viajar, la de verdad de la buena, era la suya.
Que el resto de personas eran “simples turistas”….
Claro, y os preguntaréis: pero, ¿y tú? ¿por qué te sentías mal si vives viajando, que se supone que es el top de esta clasificación viajera?
Pues porque me parece injusto.
Porque me parece mal.
Porque no me gusta que se haga sentir mal a las demás personas.
Sí, yo vivo viajando pero mi forma de viajar (y vivir) es la mía. Ni mejor, ni peor que la de nadie.
La vida viajando
Para nosotras, nuestra vida es perfecta. Pero seguro que no lo es para otras personas.
Leo artículos de bloggers que viajan en sus vacaciones de dos semanas y que cuentan vivencias más intensas y más increíbles que las que a lo mejor puedo contar yo viviendo de viaje.
Conozco a personas que ven más cosas en 3 días que las que puedo ver yo en dos semanas.
Me entusiasma ver a otras que, poquito a poco, en sus vacaciones, han recorrido muchos más lugares de los que yo he recorrido y, quién sabe, igual los han disfrutado más que yo.
¿Entonces esas personas viajan mejor o peor que yo?
No, viajan a su manera que es la mejor para ellas y eso es lo que importa.
Todo es cuestión de perspectiva y cada cual aplica la suya.
A mí, por ejemplo, no me gusta el concepto de viajar en un crucero. Creo que no se ve nada, que no da tiempo. Pero hay gente que lo define como la mejor forma de viajar porque ves mucho en poco tiempo.
No hay una forma correcta, hay diferentes perspectivas.
¿Y por qué escribo este artículo?
Pues para decirte que viajes como te de la real gana. Si es que quieres viajar, que tampoco pasa nada si no quieres.
Que no dejes que te metan en una competición absurda, que nadie es más que nadie por viajar de una determinada manera. Ni siquiera por el hecho de viajar.
Como siempre decimos, nuestra vida no es la mejor, es la que hemos elegido, la que a David y a mí nos hace felices.
Estamos cumpliendo nuestro sueño y te animamos a que cumplas el tuyo, sea cual sea y a tu forma, que para eso tu vida es tuya.
4 comentarios sobre “Viajeros, turistas y viceversa”
Hola Chicos! Soy Pablo, No se si me recordais pero yo a vosotros si. Hace tiempo me quite mi pagina de facebook asique os seguir por aqui.Me encanto tu Reflexion sobre competir hace poco llegue a la misma conclusion y ahora soy mucho mas faliz.Un besote a las dos.
Claro que sabemos quién eres Pablo y nos dimos cuenta que habías cerrado tu facebook. Nos alegra un montón que seas más feliz y la verdad es que nosotras, desde que hemos dejado atrás ese tema, también.
Compartimos cosillas cotidianas también por instagram por si nos quieres seguir por ahí. De todas formas ya estamos en contacto por aquí.
Un abrazo enorme
Me encanta la idea de que hay diferentes tipos de viajes, más que de viajeros y uno se ajusta el que mejor le acomoda según el momento, la energía, la intención, el ánimo, etc. Pero lo mejor para mi, es esa posibilidad de compartir perspectivas, sin juicios, sin vender verdades, sino abriendo panoramas que en conjunto con las versiones ajenas se vuelven otras opciones de viaje.
Qué rico es compartir. Gracias!!
Sin duda maestro. La vida son circunstancias y compartirlas con las demás personas nos llenan el alma. Para David y para mí, sin duda, la riqueza de nuestra vida nómada nos la dan las numerosas personas que conocemos y de las que tanto aprendemos. un abrazo