Faltan 3 meses para volver a lanzarnos a la carretera y esperamos que esta vez no nos toque volvernos precipitadamente por problemas de salud como la última vez.
Cuando se te mete en la cabeza un nuevo gran viaje vas madurando la idea hasta adaptarla a algo realizable según el tiempo, el dinero, las ganas, la motivación… y empiezas a darle vueltas a mil opciones y sueños que quieres cumplir y parecen tan lejanos, tan inalcanzables.
Por experiencia sabemos que por mucho que quieras planificar y llevar atadas las cosas, el viaje tiene personalidad propia y es él quien te va marcando las etapas, y cambias de planes una y otra vez. Cuando salimos en Enero del año pasado teníamos clarísimo que visitaríamos USA, Nepal, Tailandia y Camboya de una forma determinada y al final estuvimos en USA, Nepal, Malasia, Singapur e Indonesia y justo cuando planificábamos recorrer Australia en furgoneta con una pareja amiga, la realidad de la enfermedad me golpeó en la cara y me devolvió a Madrid con un virus tropical además como regalito extra.
Por supuesto desde el mismo día que llegamos ya estábamos pensando en dónde íbamos a realizar nuestra próxima ruta; la enfermedad determinaría cuándo, pero sabíamos que nos íbamos a USA a comprar una furgo para recorrer Latinoamérica y formar parte de proyectos de cooperación y desarrollo con mujeres. En ese momento empiezas a buscar muchísima información, incluso guardamos info de posibles furgos para comprar… (sabíamos perfectamente que esa información estaría obsoleta cuando nos hiciera falta pero nos hacía tanta ilusión que no nos importaba).
Antes de vivir la experiencia de viajar sin billete de vuelta, el vértigo nos embargaba antes de cada viaje, queríamos atar hasta el último detalle, planificar en qué nos íbamos a gastar hasta el último euro y no queríamos que se nos escapase nada porque eso podía mandar al traste la aventura. Ahora seguimos sintiendo ese vértigo maravilloso pero ya no nos agobia, sabemos que podremos solventar cualquier contratiempo y ese es el origen que alimenta el poder que nos impulsa.
Y bien, a 3 meses de salir no hemos preparado nada (slowly my friend). Sólo tenemos los billetes a Nueva York y algo de información sobre el cruce de vehículos en la frontera con México y en la de Guatemala (porque serán las 2 primeras). Éstos 8 meses se nos han pasado trabajando (porque ganar un dinerito antes de partir es estupendo), y yo, entre consultas y pruebas médicas, complementando mi formación en cooperación y aprendiendo sobre mujeres indígenas.
Nuestra vida ha cambiado tanto en lo que a estrés se refiere que por nada del mundo queremos volver a sentir la angustia que te genera la ansiedad de tener que abarcarlo todo en el día a día. Hemos aprendido a priorizar, a abrir la mente, adaptarnos y a ser capaces de reaccionar eficientemente ante cualquier imprevisto y sobre todo, a no agobiarnos.
Así que aquí estamos con bastantes cosas que hacer pero 3 meses por delante para gestionarlas, somos un caso y lo sabemos. 😉