Íbamos camino de San Miguel de Allende cuando vimos unas señales que anunciaban la zona arqueológica Cañada de la Virgen con un dibujito de una pirámide. No lo habíamos visto en ningún sitio y, aunque ya se acercaba el atardecer, decidimos acercarnos al lugar y preguntar si nos dejarían dormir allí para visitar las ruinas al día siguiente.
El guarda del complejo nos dijo que no estaba permitido quedarnos allá pero que podíamos ir al pueblo cercano de Agustín González y dormir en el campo de futbol. Y hacía allí nos dirigíamos cuando el destino quiso que parásemos a preguntar en una casa que tenía un letrero que ponía “museo”.
Salió una chica majísima que nos dejó quedarnos en su terreno, nos dejó ducharnos y resultó que era, ni más ni menos, que Rossana Quiroz, una de las arqueólogas que había trabajado en la excavación de las ruinas. Desarrolló una tesis sobre las orientaciones astronómicas del lugar. Y con esa información ha creado un pequeño museo de astronomía prehispánica y un restaurante.
Charlamos con ella, y al día siguiente, después de haber descansado, vimos el pequeño museo donde ha expuesto su tesis con hologramas y fotografías, para después, ir a ver la zona arqueológica.
Después de 10 años trabajando en la zona arqueológica, se abrió al público en 2.011. Un microbús (al que sólo puedes acceder con una botella de agua y la cámara de fotos) te lleva hasta un punto a partir del cual se camina 1 km para llegar al complejo que construyeron los Otomíes. Vivieron allí entre los años 540 a.c. hasta el 1.050 d.c. Aún sigue en estudio, tanto de los hallazgos obtenidos, como de los aún quedan enterrados.
El lugar está formado por 4 complejos principales, La Casa de la Noche más larga, La Casa del Viento, La Casa de los Trece Cielos y el Estanque. Fue construido como calendario, reloj y recinto de reuniones donde se daban cita sacerdotes, matemáticos y científicos mientras el resto del pueblo se dedicaba a la agricultura y recolección.
La Casa de la Noche más Larga, que aún no ha sido excavada en su totalidad, es una estructura mixta que está alineada con el ciclo lunar y se relaciona con el solsticio de invierno. Formada por varias plataformas entre las que destacan varios cuartos, se cree que se utilizaba para reuniones en las que probablemente se juntaran para estudiar la astronomía.
La Casa del Viento, es una estructura circular de 22 metros de diámetro que se cree que se usaba para adorar al dios del viento Ehécatl.
La Casa de los Trece Cielos es la estructura central formada por varios cuartos habitacionales, una pirámide central de unos 15 metros (donde se puede subir al Templo Rojo de su cúspide que fue dinamitado a principios del siglo XX) y un patio hundido. Está perfectamente alineada con el sol. El 21 de diciembre se pone en el extremo izquierdo, el 21 de marzo en el extremo derecho y el día 4 de marzo se pone en el punto central de la pirámide coincidiendo con el que se cree, era el inicio de su calendario.
Además se han encontrado multitud de objetos de cerámica, sílex, obsidiana y 19 restos óseos que aún se están estudiando. De éstos, destacan la “niña del agua” o el “Jerarca”, un cuerpo que se encontró en el Templo Rojo en la cúspide de la pirámide. Este cuerpo es un misterio para los arqueólogos y arqueólogas que trabajan con él, ya que la prueba del carbono 14 ha establecido que murió 1.000 años antes de que se construyera el lugar. Esto significa que lo estuvieron conservando al menos, durante más de 10 generaciones.
Un poco de gastronomía
Todavía con la boca abierta de haber estado paseando por nuestra “primera pirámide prehispánica”, decidimos volver a ver a Rossana, comer en el restaurante y conocer un poco más a Jesús, una persona muy interesante que trabaja con Rossana y que además pinta de maravilla.
Nos prepararon una mesa en un rincón del precioso jardín y comenzaron a servirnos el menú que han elaborado después de estudiar los códices prehispánicos y que se basa en las festividades de las veintenas (meses) Mexicas, Otomíes y Matlatzincas.
Comimos tortillas ceremoniales tintadas con la marca de un escudo, rellenas con guacamole, pico de gallo y salsa de Molcajete. Garbanzos Santa Cruz en dos tipos de recetas, frijoles negros Santa María, arroz rojo, nopales y tamales con queso y adobo. De postre natillas de mango.
La comida estaba deliciosa aunque, como podéis imaginar, nos sobró para comer al día siguiente. Rossana, Jesús y el resto de las chicas nos trataron de maravilla. Son personas estupendas llenas de amor y buena energía.
Esperamos que la vida vuelva a cruzar nuestros caminos. Gracias por alojarnos, alimentarnos y compartir vuestro espacio y tiempo.
Localización: Centro arqueológico Cañada de la Virgen.
Entrada centro arqueológico: 39 $mx por persona.
Museo de Astronomía Prehispánica.
Entrada museo: Gratuito.
Localización: Museo y restaurante