Aquí os traemos el 4 y penúltimo capítulo de la serie De la oficina a la furgo.

Esperamos que os guste. 😉


Si te perdiste los capítulos anteriores puedes acceder directamente desde los siguientes enlaces:

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

De la oficina a la furgo

Capítulo 4

PREPARANDO UN GRAN VIAJE

Recuerdo la sensación que tuve cuando llegamos a nuestra casa en Madrid. Tenía mucha ilusión pero me sentía perdida. No sabía por dónde empezar, no sabía cómo se organiza un gran viaje, no sabía tantas cosas… recuerdo que hubo momentos en los que me sentí estresada (qué paradoja cuando estaba cambiando mi vida para huir del estrés).

Obviamente, como os podréis imaginar, nuestra principal preocupación era el dinero. Creo que a todas las personas que viven viajando, les ha pasado lo mismo antes de lanzarse. Dejarlo todo acojona, porque nos han educado en un sistema muy cuadriculado donde es difícil cuestionarse una vida fuera de un trabajo estructurado de 9 a 6 y donde te pagan una cantidad más o menos fija a fin de mes. Nos hemos criado con el “no puedo” como excusa para dejar de hacer cualquier cosa, en lugar de usar el “mis prioridades son otras”.

Actualmente, y tal y como están las cosas en España, es ridículo pensar en ese sistema como una forma de vida “segura” porque creo que muy poca gente vive realmente con la garantía de que su trabajo fijo le vaya a durar muy a largo plazo (a excepción, por supuesto, de las personas que trabajan para la administración).

En nuestras cuentas bancarias había algo menos de 20.000 euros que nos había costado muchísimo trabajo ahorrar. Habíamos finiquitado la enorme deuda que teníamos de nuestra tienda (no os pongo números para que no os asustéis) y después de chequear blogs de viaje de personas que viven viajando, teníamos más o menos claro que para dos años nos daba. Nos planteamos que en ese tiempo iríamos decidiendo de qué manera nos financiaríamos después. Ni que decir tiene que éramos conscientes que teníamos que gastar lo mínimo para hacerlo posible, y si encontrábamos algún voluntariado que nos ofreciera algo a cambio de nuestros servicios, mejor que mejor.

Sentamos las que serían nuestras bases del viaje:

  • Intentar pasar el máximo tiempo posible en cada país apurando las visas. Creemos que para “conocer” las zonas por donde viajas es necesario dedicarle tiempo. Dos o tres semanas yendo de aquí para allá te ayudan a hacerte una idea superficial pero no es suficiente para profundizar en la esencia del lugar. Además es una forma de reducir los costes de transporte, o por lo menos, dilatarlos en el tiempo y así alargar el viaje.

  • Vivir como las personas locales y mezclarnos con la gente. Este es nuestro principal objetivo. Queremos romper tópicos y la única forma de hacerlo es desde lo profundo, estableciendo vínculos con las personas. Nos encanta que nos cuenten historias, anécdotas que no salen en los libros, leyendas… Profundizar e intentar aprender lo máximo posible de cada cultura, y vivir las rutinas cotidianas como si de nuestro pueblo o ciudad se tratase.

  • Intentar no juzgar a nadie, no poner etiquetas, tener empatía y solidaridad, y en definitiva, ser mejores personas. Esto es algo en lo que trabajamos continuamente. Aunque no queremos, a veces lo hacemos. Cada vez menos, pero no nos gusta. Por eso nos lo proponemos como objetivo y pilar de nuestra nueva vida.

Y con estas bases elegimos los países: Nepal, Tailandia y Camboya para recorrer el primer año.

Nos habíamos planteado volver en diciembre de 2.015 para no perder la prestación por desempleo que nos quedaba, visitar a la familia y amistades y continuar el viaje para América o África (algo que aún no habíamos decidido).

Mientras hacía algún que otro curso y David terminaba el master, pasé el 2.014 haciendo hojas de Excel (o mejor dicho la mega hoja de Excel) analizando la información de los países que íbamos a visitar, visados y documentación necesaria, datos básicos importantes, presupuestos… Desgajando todos los gastos que íbamos a tener, los posibles voluntariados que haríamos, contactando organizaciones y haciendo alguna que otra entrevista. 1

Aunque nos suponía un gasto extra, decidimos comenzar por California (fuera de toda lógica en nuestra ruta) para pasar tiempo con la familia (mi hermana vive allí) y recorrer la costa oeste de Estados Unidos. Recuerdo que un día David me comentó: “pues ya que vamos a subirnos a un avión para recorrer mundo, podemos empezar por California ¿no?”. Teníamos dinero en el banco y justo estábamos empezando así que… ¿por qué no?

COMIENZA LA AVENTURA

Pasamos 40 días allí. Conocimos Los Ángeles, San Diego y viajamos por el Big Sur, San Francisco, Las Vegas, el Gran Cañón, el Antelope… y llegamos hasta Utah para disfrutar del Monument Valley. Lo pasamos genial pero casi sin darnos cuenta nos gastamos una barbaridad de dinero. Aún no habíamos interiorizado que teníamos que cambiar de vida si de verdad queríamos que esto durase.

Esto nos agobió mucho al principio (y nos acordamos muchas veces de los dólares que se nos fueron en ese tiempo y que nos hubieran dado para vivir varios meses en Asia). Pero como todo en esta vida, nos lo tomamos como fuente de aprendizaje, terminamos pasando página, felices por haber vivido lo que vivimos y con el firme convencimiento de que nos serviría para no repetirlo.

Por otro lado, no llegaron ni a 15 los días que pasaron cuando David se dio cuenta de que su convicción de tener un lugar al que volver se estaba esfumando. Al igual que no llegaron ni a 3 los meses que pasaron cuando decidimos que ni iban a ser años sabáticos, ni iban a ser 2 y que la vuelta al mundo no tenía que ser vuelta y mucho menos planificada.

Y en poco tiempo notamos cómo la vida nómada nos iba calando hasta los huesos y nuestros genes primitivos iban despertando.

En Nepal pasamos 3 meses. Recuerdo que lloré tanto el primero como el último día que estuve en el país aunque por motivos diferentes. En ese tiempo, el horror que me produjo el caos, la contaminación y el olor a basura quemada en los primeros días, se convirtió en admiración y agradecimiento por todo lo que aprendí allí. Conocimos el arte y la cultura newari, vivimos experiencias muy fuertes que nunca olvidaremos 2 y descubrimos un país con una energía infinita y una gente llena de bondad y gratitud.

Cuando comenzamos a buscar el billete para Bangkok, encontramos unas ofertas muy interesantes a Kuala Lumpur. Multitud de viajeros y viajeras con las que nos cruzamos nos hablaban maravillas de Malasia así que decidimos modificar nuestros planes iniciales rumbo a nuestro segundo destino.

Habíamos decidido que el tiempo que estuviéramos allí lo íbamos a dedicar simplemente a viajar y no íbamos a buscar voluntariados. Habíamos visto demasiado sufrimiento en Nepal, especialmente con los terremotos, y necesitábamos tomarnos un tiempo de descanso emocional.

Estando en Malasia contactamos con una ONGD española que estaba en la isla de Lombok. La directora me propuso unas opciones muy interesantes así que decidimos que nuestro siguiente destino sería esa pequeña isla de Indonesia. Pero antes de llegar allí no podíamos quedarnos sin conocer Bali.

Viajar a una isla como Bali donde la mayoría de la población es hinduista, nos hizo sentirnos como en casa, nos recordaba a Nepal. Dedicamos un mes a recorrer la isla en moto y nos enamoramos profundamente de ese lugar, su cultura, su arte y su gente.

Después de Bali, cruzamos a Lombok y apenas pasó una semana cuando nos dimos cuenta que la ONGD en la que estábamos implicándonos era un “fake” sin organización, ni objetivos definidos, ni cooperación, ni nada de nada. Esto y unas discrepancias con la dirección hicieron que acabáramos desmarcándonos del proyecto.

Pasamos 3 meses viviendo en Kuta con su correspondiente visita entre medias a Singapur para resetear la visa. Este pequeño pueblecito se convirtió en el lugar donde más tiempo hemos pasado viviendo desde que comenzamos la aventura. Debido, en parte, a que unos extraños hormigueos se adueñaron de mis extremidades y me obligaron a realizar continuadas visitas al hospital. Posteriormente, una trombosis venosa profunda me dejó 3 semanas en reposo. 3

En poco tiempo nos convertimos en “locales”, hicimos amigos, amigas, familia… y nos reencontramos con Annika, Remo, Zuzanna y Robert con quienes habíamos convivido unos días en Cerating (Malasia).

Zuzanna y Robert se quedaron dos semanas en la cabaña de al lado. Estaban planificando recorrer la costa oeste Australiana y fueron quienes nos empezaron a meter el gusanillo de la furgo. Nos propusieron compartir una por Australia. La verdad es que nos daba tiempo porque aún nos quedaban 3 meses para volver a España. Era un plan perfecto.

Pero a veces los planes perfectos se van al carajo y eso fue exactamente lo que pasó cuando decidimos, junto a nuestro seguro, que lo mejor era volver a España para que me siguieran haciendo pruebas. Porque 3 meses con hormigueos 24 horas al día no era normal y el equipo médico en Indonesia no daba con el origen del problema. Aquí contado, ha quedado muy rápido y fácil, pero fueron unas semanas muy complicadas, desconcertantes y llenas de impotencia, porque de ninguna manera quería tomar la decisión de terminar la aventura.

Y así, en octubre de 2015, en lugar de subirnos al avión que nos llevaría a una nuevo viaje por Australia, nos subimos a uno que nos llevaba de vuelta a España, tristes y sin saber si esta nueva vida que habíamos empezado podríamos continuarla.

Continuará…


Podéis leer más info sobre voluntariados en el artículo cómo encontrar un voluntariado internacional sin morir en el intento.
2 En este post os contamos cómo vivimos el terremoto de Nepal.
3 Si queréis conocer las reflexiones de Kàra debido a la enfermedad que nos hizo volver de Indonesia podéis leerlo en el siguiente post: Si muero mañana.

¿Quiéres leer el siguiente capítulo? Haz click aquí  Capítulo 5

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